13 jun 2010

a disfrutar! (xogador de chica)


El fútbol es grande. Cada vez lo encuentro más grande. Un deporte majestuoso extendido por los cinco continentes que no para de crecer social y económicamente. Una especie de rascacielos o urbanización interminable que adquiere su máxima expresión en el Campeonato del Mundo. El futuro está en su origen, que se renueva cada día sin alterar sus esencias. El fútbol nace de la calle, del colegio, de la playa o del descampado. Eso no ha variado. Una pelota y un par de jerséis a modo de postes de portería bastan para que se desate la imaginación que todo niño lleva dentro. Todo empezó así y todo sigue así. La versión original del fútbol sigue intacta, sin necesidad de subtítulos que la expliquen. Lo único que va variando es la altura del rascacielos, la longitud de la autopista que conduce al éxito, la grandeza de los más grandes. De la calle a los ídolos, el trayecto es siempre el mismo, solo alterado por las condiciones sociales de cada país, de cada continente. Pero la esencia permanece invariable. Primero es el juego, luego el sueño y en algunos casos, muy reducidos, la realidad, es decir, la profesión. Una máxima del fútbol dice que se juega como se entrena y se entrena como se vive. Ese es el aprendizaje, el bachillerato futbolístico. Pero en la EGB del balón prevalece la emoción, la ilusión. En el descampado se aplica el juego largo, en la acera del barrio, el rondo; en la playa, el dolor de tobillos y gemelos, en la portería dibujada en el frontón, los reflejos para detener los zigzagueantes pelotazos. Un aprendizaje natural, inconsciente, que se va uniendo a las condiciones innatas, esas que se tienen o no se tienen y jamás se pueden aprender. Para el fútbol, como la montaña, lo importante es el camino y el punto de partida. Los más grandes empezaron a regatear, a tirar paredes imaginarias, a marcar o evitar goles decisivos en el campo de al lado, en la acera de barrio, en aquel descampado que ahora ocupa un centro comercial o en la playa sorteando lluvia o bañistas. Siempre hay un sitio para un taconazo de lujo o para una costalada contra el cemento. Ahí sigue residiendo su razón de existir.


ERNESTO VALVERDE, ex xogador e adestrador de fútbol.

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